Las procesiones magnas más antiguas

Un fenómeno sin precedentes que está viviéndose en Andalucía es el de las procesiones magnas. Numerosos pasos conformando un único cortejo que ha podido contemplarse en los últimos años en

Granada, Marchena, Jaén, Cádiz, Écija, Málaga, etc. encontrando la última de estas características en Granada.

Los motivos son diversos. Así pues, ante la patrona de Granada con motivo del centenario de su Coronación  desfilaron importantes devociones de la capital y la provincia en su Magna Mariana de 2013, la Virgen de las Angustias se encontraba a las puertas de su Basílica, recibiendo a las distintas imágenes marianas; o esta última con motivo del XXXIV Encuentro Nacional de Cofradías Penitenciales. En Jaén, también en el año 2013, con motivo de la celebración del Año de la fe, se celebró también para configurar a las puertas de la catedral el “Retablo de la fe”. Marchena renovó el voto de sangre con este acto y Málaga vivió una procesión magna con las imágenes marianas coronadas canónicamente, quienes acudieron a la Catedral ante la Santa María de la Victoria, con motivo del 150 aniversario desde que fue nombrada patrona de la Diócesis y 75 años desde que fue coronada. Sevilla estuvo a punto de vivir una jornada histórica con el Vía Crucis organizado con motivo del Año de la Fe, pero la lluvia hizo acto de presencia y finalmente el acto se redujo al rezo dentro del templo metropolitano.




Pero, ¿cuáles son las procesiones magnas más antiguas de las que se tiene constancia? Para responder a esta cuestión es necesario buscar en archivos de ciudades que contaron con la implantación de una temprana Semana Santa. Es el caso de ciudades como Valladolid, Salamanca o Toledo, donde se encuentra la Hermandad más antigua de España. Por ejemplo, en la ciudad vallisoletana encontramos un referente en la tercera década del siglo XVIII. Surge entre un grupo minoritario la idea de realizar una procesión conjunta con la finalidad de que se terminase con las disputas que enfrentaban a las

diversas cofradías. Pero aquel año de 1731 tan solo recorrió las calles la corporación de Jesús Nazareno. Habrá que esperar casi un siglo después para encontrarnos con una procesión general con un importante número de pasos. Será el 1810, bajo el mandato de las autoridades afrancesadas que estaban poblando España tras la invasión napoleónica. El general Kellerman, al frente, decidió tomar esta medida para contentar a los vallisoletanos, por lo que el 20 de abril de 1810, Viernes Santo, diversas imágenes recorrieron la ciudad, conformando el cortejo las cinco cofradías existentes entonces, las cuales aglutinaban en total ocho pasos. La Santa Vera Cruz, Sagrada Pasión de Cristo, Nuestra Señora de las Angustias, Nuestra Señora de la Piedad y Nuestro Padre Jesús Nazareno formaron parte de esta nómina. Tras un siglo XIX convulso, la procesión general se retomó, existiendo hoy en día, con un mayor número de corporaciones a medida que estas fueron fundándose.

Cuatro años antes de 1810, Salamanca organizó por primera vez la procesión general del Santo Entierro. Al frente se encontraba el Obispo Tavira, quien pretendió un cortejo unificado, que huyera de los excesos barroquizantes y donde primase la organización que tan ausente estaba en la mayoría de las cofradías. Tomó como ejemplo las normas promulgadas por el Consejo de Castilla para Madrid en 1805, donde se observan los tintes modernizadores de la Ilustración. Tan solo un año más tarde, este prelado redujo las procesiones a dos, una el Viernes Santo y otra el Domingo de Resurrección, por lo que las hermandades penitenciales tuvieron que agruparse en una, donde las sucesivas representaciones de la pasión terminaban con el Santo Entierro.

En Úbeda, Ginés de la Jara afirma que “erróneamente se ha venido afirmando que la procesión general del Viernes Santo se inicia en 1897”. Sin embargo, encuentra un referente en unas actas del 27
de enero de 1668 donde se recoge que “todos los hermanos de la Semana Santa han de acompañar al Santo Entierro”. Pero en aquella ocasión no lo harán más imágenes sino solo Jesús Yacente, estando acompañado por los ubetenses desde la Colegiata hasta el Convento de la Trinidad. A pesar de haberse venido afirmando como tal, tan solo sería una referencia a la procesión general del Santo Entierro,

donde acuden las autoridades civiles de la ciudad, tradición hoy compartida por todos los pueblos y ciudades. Sí será posteriormente, el 16 de abril de 1897 cuando varias cofradías conformen esta procesión.

Antes de esta fecha, en Sevilla tiene lugar el 29 de marzo de 1850. En este caso será la unión del poder civil y los duques de Montpensier quienes potencien la realización de una procesión magna. Trece fueron los pasos en total, con la Parroquia de la Magdalena como punto de partida. Cuatro años más tarde el 14 de abril de 1854, llega un nuevo Santo Entierro Grande. En esta ocasión el cortejo partió desde el desaparecido templo de San Francisco de Paula, contando con quince pasos. Doce conformaron la tercera procesión magna en la ciudad hispalense, desde San Antonio Abad, en 1890. La última del siglo XIX en la capital contó con catorce y fue en 1898, iniciándose desde la Iglesia de San Gregorio.

Ya en el siglo XX las procesiones magnas fueron desligándose de la Semana Santa para

realizarse en fechas distintas a las que conforman la semana de pasión. Perdieron su aspecto netamente penitencial, característica que las había acompañado prácticamente desde sus orígenes para hacerlo por otros motivos. Ahora no se trataba de circunscribirlas solo al ámbito de las últimas horas de la vida de Jesús, sino que se realizarían por diversos motivos. Es el caso de la procesión mariana que se celebró en Sevilla con motivo del I Congreso Mariano Hispanoamericano en mayo de 1929, presidida por la Virgen de los Reyes, participando imágenes de gran auge durante la época del descubrimiento de América.

      Otro ejemplo lo encontramos en el año mariano de 1954. Numerosas fueron las procesiones que se organizaron en distintos puntos del país. Quizá la más multitudinaria, tuvo como epicentro Toledo. El número de imágenes que participaron alcanzó las 150. La ciudad del Tajo acogió devociones llegadas desde los arciprestazgos de la archidiócesis de Toledo.

(Extraído de la web Gente de Paz)

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