HISTORIA | LA COFRADÍA DE LA VIRGEN DE LA CABEZA DE JAÉN

         CUCHARILLAS, CUCHARONES…

      Las primeras noticias que se tienen de una cofradía dedicada a la devoción a la Virgen de la Cabeza en Jaén datan del año 1526. A poco, en 3 de marzo de 1528, se encarga una imagen de cuyo coste se hizo cargo el hermano mayor, quedando depositada en la ermita de San Nicasio, en los ejidos de Belén. 

La cofradía debió gozar de cierto predicamento en la ciudad pues hay constancia de que a ella pertenecieron los arquitectos Andrés de Vandelvira y Francisco del Castillo y el rejero Pedro Hernández.

Hacia 1540 se trasladó a la ermita de San Cristóbal. sita al final del jardín de la Alameda. en el espacio que hoy ocupa el Auditórium Municipal. Allí en 1548 se le hizo una capilla. Desde entonces aquel lugar comenzó a ser conocido por “las Peñas de Nuestra Señora».

La hermandad, además de costear sus fiestas y actos de culto propios y atender al entierro de los cofrades, llegó a disponer de un hospital con veintidós camas, abierto en una casa de la calle Maestra Baja.

Debió ser cofradía con buen patrimonio, pues tenía dotadas fiestas en las parroquias de San Ildefonso, San Bartolomé, Santiago, la Catedral y misas en el convento de San Francisco y ermita de San Nicasio.

En las décadas iniciales del siglo XVII la cofradía de Jaén ocupaba el lugar núm. 68 entre todas las hermandades que asistían a la romería.

Lo solitario del lugar en que se hallaba enclavada la ermita y el jolgorio que aparejaba el preámbulo de la romería, dieron lugar a sonados escándalos públicos a los que no conseguían poner remedio ni la autoridad civil. ni la eclesiástica. 

Ello motivó que el obispo D. Bernardo de Sandoval y Rojas, de acuerdo con el Concejo, en octubre de 1625 cediese la ermita a los PP. Capuchinos, que allí abrieron su convento, con título de Ntra. Sra. de la Cabeza.

Hacia 1648, la cofradía se traslada a la parroquia de San Ildefonso, encargándose nueva imagen a Nicolás Chica Palomino.

En San Ildefonso la cofradía fue languideciendo y cayó en tal decadencia que, en 1669, cargada de deudas y acuciada por los pleitos, solo contaba con dos cofrades. Pérdidas de ordenanzas primitivas, en 1670 Cristóbal Morales fundó una nueva cofradía que no tuvo gran aceptación y en 1678 dejó de asistir a la romería del Cabeza, extinguiéndose a poco. 

Es en 1732 cuando volvió a reorganizarse, redactándose nuevos estatutos, que fueron aprobados el 30 de abril de 1733 por el obispo D. Manuel Isidro Orozco Manrique de Lara, adoptando el título de «Devota Cofradía y Santa Hermandad de Esclavos de la Soberana Reina y Señora Nuestra de la Cabeza», estableciéndose de nuevo en el Convento de Capuchinos.

      Esta nueva hermandad costeaba los entierros a los cofrades, aplicándoles además doce Misas.

Los cofrades habían de hacer voto de defender el misterio de la Inmaculada Concepción de María y abonar siete reales y medio de cuota. La junta de gobierno se componía de gobernador, teniente, tres alféreces, seis consiliarios, dos fiscales, dos alcaldes, secretario y teniente-secretario. Entre los hermanos sacerdotes se elegían dos capellanes y dos visitadores de enfermos.

Se asistía a la romería y para dar ejemplo de humildad, la cofradía de Jaén ocupaba el lugar más ínfimo, yendo vestidos los cofrades con roquetes o albas blancas.

A partir de 1757 volvió a caer en decadencia, si bien siguió activa en San Ildefonso, al menos hasta 1772, fecha en que el Consejo de Castilla prohibió que las cofradías acudiesen al Cerro, proponiendo su disolución. Luego volvería a reactivarse, celebrando para ello un cabildo general el 9 de junio de 1789, eligiéndose por hermano mayor, el 29 de junio siguiente, al escultor Mateo de Medina. 

Desorganizada con motivo de la Guerra de la Independencia, en que el Convento de Capuchinos fue desmantelado, los escasos cofrades se fueron a la ermita de San Roque, hasta que, en 9 de febrero de 1822, el hermano mayor Tomás del Salto, solicitó volver al convento de capuchinos.

A finales del XIX volvió a recuperarse, alcanzando cierto brillo en la última década del siglo.

Esta etapa la cofradía, como ocurriría con otras muchas hermandades de Gloria, prácticamente carecía de organización formal. Su constitución era similar a lo que hoy denominamos «grupos parroquiales». Apoyados en la tradición familiar, algunas familias se constituían cada año en «cofradía» designando un hermano mayor, que con algunos colaboradores se ocupaba de organizar la subida al Cabezo y celebrar los actos de culto en Jaén, pero todo reducido a la cita puntual de abril pues luego, durante el resto del año, la actividad cofrade era prácticamente inexistente.

En agosto de 1924 la cofradía quedó radicada en la parroquia de San Bartolomé, de donde el 12 de febrero de 1931 se trasladó al convento de la Merced, regido por los Padres Claretianos. Fue con estos momentos cuando el obispo D. Manuel Basulto impulsó la constitución formal de la cofradía, regularizando su situación jurídica y canónica, aprobando sus Estatutos en 8 de abril de 1931.

Como se experimentó un notorio incremento en los cofrades, se encargó al arquitecto D. Luis Berges Martínez la redacción de un proyecto -en 21 de marzo de 1931- para levantar en el Cerro casa para la cofradía, con el fin de que los hermanos pudiesen acomodarse dignamente cuando acudieran al Santuario. Destruida en el asedio del Santuario durante la guerra civil, se recuperó su titularidad en 1958, siendo hermano mayor Juan Torres Olivera.

Suspendida temporalmente la actividad con motivo de la guerra civil, en 1944 volvió a tomar su actividad abriéndose suscripción para hacer altar a la Virgen de la Cabeza en la Merced, obra que se bendijo en el mes de octubre. En 1948 se, donó nueva imagen que se bendijo en 16 de abril.

Desde entonces la cofradía mantuvo un cierto protagonismo entre las hermandades de Gloria. En abril de 1970 se reformó la casa de hermandad. Años más tarde, en 1997 volvería a ser objeto de mejoras. A partir de la década de los noventa la cofradía inició una profunda reactivación, actualizando sus antiguos usos y costumbres y mejorando sensiblemente su patrimonio y ajuar. Desde 1996 comenzó a procesionar por las calles de la ciudad la imagen de la Virgen de la Cabeza que fue renovada en octubre de 2002.

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