ORIGEN DE LA COFRADÍA DE LA SOLEDAD
Era costumbre fundar las cofradías de la Soledad en parajes a las afueras de las ciudades y villas, porque se entendía que la Virgen de la Soledad debía estar en lugares solitarios, ermitas, humilladeros y conventos de extramuros. Era pues natural que en Jaén se hiciera igual que en otras localidades, y ningún sitio más apropiado que el convento de la Coronada extramuros que se alzaba a la salida de la Puerta de Martos, perteneciente además a los carmelitas calzados que vinieron a Jaén con
La
fundación de la cofradía tuvo lugar en el año 1556, aprobándose sus reglas el
11 de julio de ese año por el obispo de Jaén Don Diego Tavera.
El
nombre con el que se erige la misma sería “COFRADÍA Y HERMANDAD DE LA
TRANSFIXIÓN Y SOLEDAD DE LA MADRE DE DIOS”, empleando esta palaba de
transfixión, ya en desuso, y que tan propia y aplicable es a los Dolores de
Nuestra Señora por significar acción de herir, atravesando de parte a parte,
como traspasan el Corazón de María Dolorosa esos siete cuchillos de plata que
el realismo católico de España le ha hincado para que todos los veamos y
consideremos.
Al establecerse la cofradía en la Coronada no llevó a sus imágenes a la iglesia conventual, que podía estar cerrada y resultar inaccesible a sus devotos, que iban y volvían a diario al campo, sino que situaron una imagen de la Soledad en cierto humilladero que hicieron cerca del convento, a orilla de la Puerta de Martos, y otra parecida la colocaron a la entrada de la portería del monasterio, en un aposento
Disponían
los estatutos que cada año se celebrase una procesión de disciplina el Viernes
Santo o Viernes de la Cruz, al atardecer, yendo por el campo y sin entrar en la
ciudad ni llegar a la Magdalena, como más tarde pretendieron, por ser una
hermandad de penitencia y sole dad,
propia de lugares despoblados.
Salía
la procesión temprano para regresar al convento antes de la anochecida. iba al
frente el patrono de la hermandad con el pendón-insignia, de tafetán negro. Los
pasos eran una Cruz desnuda, grande y dorada, y la imagen de vestir de la
Soledad, enlutada, que se veneraba en su capilla de la portería del monasterio.
Los hermanos se revestían con túnicas, la cara tapada con caperuza sin armar
cuya punta caía por la espalda, y se disciplinaban, mientras la comunidad de la
Coronada, asistida de un “sorchantre”, cantaba salmos apropiados. Había también
hermanos de luz y dos alcaldes que regían con cetros la procesión, a la que
acudían para acompañar a Nuestra Señora muchas personas principales y la
justicia de la ciudad.
La procesión salía del monasterio dirección a la ermita de San Lázaro, bordeando las murallas de la ciudad por su parte exterior, y subía bastante alto por las faldas del cerro del castillo, hasta el
La
cofradía era muy rica y tenía cerca de mil cofrades, es decir, casi la décima
parte de aquel Jaén del siglo XVI. Casi todos eran artesanos y labradores,
aunque también se admitían de clase alta y media. Se decía que mantuvo un
pleito con la Vera-Cruz en el que se gastaron más de mil ducados.
No
estuvo muchos años la cofradía de la Soledad en la Coronada pues durante la
cuaresma de 1579, el prior de los carmelitas, fray Diego de Coria Quebrado
manifestó a un cabildo particular, en el que se hallaban presentes los doce
oficiales que regían la hermandad, que el sitio donde estaba la imagen de la
Soledad no era un aposento decente. En consecuencia, y tratándose de una
cofradía tan importante, rica, y de tantos cofrades, les proponía que librasen
una capilla en el huerto del convento, adosada al cuerpo de la iglesia, en la
que se depositaría mientras tanto la imagen.
No convenció esta proposición a la cofradía, cuyas relaciones hacía tiempo que eran tirantes con la comunidad, habiendo incluso intentado ya trasladarse al convento de San Jerónimo extramuros. Consideraban que la imagen era más visitada en aquel lugar abierto que lo podría ser dentro de la
Los
carmelitas se negaron a aceptar el traslado así como a entregarles la imagen y
los enseres que se guardaban en el convento, surgiendo de este modo un largo y
costoso.
El
resultado fue que la cofradía de la Soledad ganó el pleito, saliendo en
procesión el Viernes Santo de 1579 del convento de la Santísima Trinidad y
yendo por la calle Maestra baja hasta la Catedral, para regresar por la calle
del Obispo, Merced alta, visitando las parroquias de San Lorenzo, Santiago, San
Juan y Santa María Magdalena.
En la Trinidad
permanecía aún la hermandad de la Soledad en enero de 1582. Sin embargo, en
mayo de 1584 ya se había trasladado al convento de San Francisco, donde tenía
capilla propia y permaneció dos siglos y medio.
El domingo de Pascua, salía con la procesión del Resucitado desde el Convento de la Concepción dominica, siguiendo un itinerario parecido al del Santo entierro.