EL SANTÍSIMO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.

 


Fue la noche del 12 de agosto de 1936 cuando se presentó a D. Enrique Cañada Pérez el sacristán de la parroquia de San Bartolomé, D. Miguel Pulido, para indicarle que la sagrada imagen del Santísimo Cristo de la Expiración corría peligro, ya que había indicios claros de que los refugiados que estaban alojados en la citada iglesia querían destruirla.

Al día siguiente, el Sr. Cañada se entrevistó con D. Luis Espinar Barranco (ambos de la Junta del Tesoro) para que en unión de los demás miembros que entonces formaban la referida junta, se procediese a salvar la venerada imagen. Inmediatamente se pidió un camión a las autoridades para llevar al Cristo a los bajos del Palacio Provincial, lugar destinado para el Museo Provincial. Una vez conseguido el camión, se personaron en la iglesia los Sres. Cañada Pérez, Espinar Barranco y Polo Martínez que junto con el sacristán procedieron a bajar al Cristo de su capilla, siendo colocado en el suelo en espera de que llegara el camión que lo traía el Sr. Fernández-Loayosa. El camión tuvo que volverse por ser demasiado grande la caja y no poder entrar por la calle de los Coches, dando la vuelta para situarse detrás de la fábrica de cerveza de “El Alcázar”.



 En el momento de trasladar al Cristo de la iglesia estaban presentes varios refugiados y dos guardias de asalto que acompañaban a dichas personas para evitar la posibilidad de que ocurriese algún incidente; la imagen fue trasladada a hombros por los Sres. Cañada, Espinar, Polo y Pulido al camión donde se colocó sobre unos almohadones rojos y fue cubierta con unos paños. Una vez llegado el Cristo al Museo donde esperaba el director del mismo y un miembro de la Junta del Tesoro Artístico, D. Isaac Usano Massot, se procedió a descargar la imagen colocándola en una de las salas cerradas al público.

Posteriormente, existiendo el peligro de que el sitio fuese conocido por elementos hostiles a la conservación de la sagrada imagen, se colocó en otra habitación del citado Museo destinada a guardar trastos viejos y cuya puerta estaba disimulada por un cuadro titulado “La Rebelde”.


En junio de 1937 la Junta Central requiere enviar una ficha de catalogación de los objetos artísticos depositados en sus locales. Ante el temor de que el Cristo fuera destruido al darse a conocer su ubicación si se realizaba la ficha que lo catalogara, se pensó en un posible traslado a la iglesia del Convento de las Bernardas. En ese momento se procedió a su embalaje que fue efectuado por el carpintero de esta localidad D. Fernando Quesada Jiménez.


Fue decisiva la posibilidad del avance de las tropas nacionales y un posible bombardeo aéreo del Museo (ya que se encontraba en el mismo edificio el Gobierno Civil, la Comisaría y otros organismos oficiales) para que se acordara el traslado definitivo a la mencionada iglesia que se tenía dedicada a almacén y donde se encontraban ya nuestra Reina y Patrona, la Santísima Virgen de la Capilla y Nuestro Padre Jesús Nazareno.

En agosto de 1937, la Dirección General de Bellas Artes en telegrama de fecha 11 de agosto solicitó le fuesen enviadas relaciones de las mejores piezas que hubiese en poder de la Junta del Tesoro. El 27 del mismo mes se recibió de nuevo otro telegrama pidiendo copias de las actas de incautación de las obras de primera categoría y fotografías de las mismas. Ninguno de éstos telegramas fueron cumplimentados.

En octubre de 1937 y procedente de Valencia, llegó a esta ciudad, en visita de inspección, el delegado de la Junta Central del Tesoro Artístico, D. Cristóbal Ruiz, el cual visitando los almacenes (Convento de las Bernardas) solicitó que se le enseñara la imagen del Cristo de la Expiración de gran valor de la que le habían hablado. Conociendo los miembros de esta Junta cuál era la escultura que el Sr. Ruiz quería ver, se le enseño otra talla distinta al Cristo de la Expiración, de poca calidad, pues la imagen del Cristo había sido previamente escondida junto con otros objetos que se querían ocultar.

A primeros de noviembre de 1937 se recibió un nuevo oficio de la Junta Central ordenando que las mejores obras fuesen embaladas para su traslado a Valencia. A la vista del citado oficio y temiendo por la imagen del Cristo de la Expiración, se procedió a cambiarla por otra que la sustituyó en embalaje. Ésta fue la del Santísimo Cristo de las Misericordias conocido por el Cristo de “Bambú”.


Ante una nueva visita del Sr. Ruiz y los rumores que circulaban de que todos los objetos de arte iban a ser traslados a Valencia para desde allí enviarlos a Barcelona, se procedió a trasladar la imagen del Cristo de la expiración, junto con otras obras de gran valor, a la Santa Iglesia Catedral.

Estos rumores se vieron posteriormente confirmados, en un viaje que hizo a Valencia el Sr. Polo (miembro de la Junta del Tesoro Artístico) al cual manifestó D. Cecilio Barberán y Barberán que entre una serie de ochenta y tantos objetos que iban a ser llevados a dicha ciudad para después enviarlos a Barcelona, figuraba el Santísimo Cristo de la Expiración. El traslado no se llevó a cabo debido a la llegada de las tropas nacionales al Mediterráneo, si bien, como hemos dicho anteriormente, la imagen del Cristo, que estaba embalado para el caso de un traslado, era la que se enseñó al Sr. Ruiz.

En oficio de fecha 4 de noviembre de 1938 se autorizó a los oficiales Colinas e Iturburuaga para proceder al embalaje de las obras de primer orden que se encontraban en los depósitos de esa Junta Delegada. Así pues se trasladó la imagen desde la Sacristía de la Catedral, colocándolo en una de las habitaciones disimuladas en los muros del coro de esta misma iglesia, destruyendo el mecanismo de entrada para evitar su acceso por personas que no conocieran el truco para abrirla. Este mecanismo sirvió para que una visita que realizó pocos días antes de la liberación el Gobernador Civil de la provincia no lograra ver la imagen. En este lugar permaneció hasta que se le entregó a la Junta de Gobierno de la Real e Insigne Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración, una vez liberado Jaén por las tropas del General Franco.


 


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